Descripción
Aquí estamos solos otra vez. Es todo tan lento, tan pesado, tan triste.
Louis Ferdinand Céline, Muerte a crédito
Vivo al fondo de un dédalo inexpugnable, entre las ruinas con apariencia de unidades de un barrio de mierda. Fuera de la puerta del 103, mi hogar, bajo la escalera que se encuentra a la izquierda del apartamento, ha construido su pequeña guarida con colchas, frazadas y cartones, Kevin, un adicto al PVC, que todas las mañanas recibe el nuevo día fumándose un gallo, sentado en los primeros peldaños de la sucia escalera, vuelto momentáneamente una fotografía petrificada de la ardilla sicótica que es el resto de la jornada; ardilla que se alimenta, hasta donde tengo entendido, únicamente con hot dogs, agua y papel de estraza para armarse sus toques -que pide, cada cierto tiempo, a los vecinos de la unidad. En el departamento del lado habitaba hasta hace un par de meses Norma -o "Norman", como ella prefiere que la llamen-, la dealer del barrio y dueña del cercano punto de venta de drogas, especializada en reventar la cara de sus adversarios o la puerta o las ventanas de su propia casa, si la ocasión así lo amerita. Sospecho que algo tuvo que ver en su reciente partida a Guerrero, así como la ausencia durante varias semanas de Kevin, uno de sus halcones, la aparición de un cadáver en plena calle que rodea a mi unidad -a escasos diez metros de la puerta del 103. Cuestiones de negocios, quiero creer, siempre tan difíciles de desentrañar para idiotas como nosotros, que no entendemos el idioma del plata o plomo. Entre el primer y el segundo piso de la unidad deambula casi toda la semana Elías, vendiendo viejas playeras del Partido Verde que nadie compra mientras vocifera a transeúntes y





