Memorias de un juez de pueblo

Ha pasado ya casi medio siglo después de la primera aparición, en 1960, del libro Memorias de un juez de pueblo, del abogado Rafael Pérez Palma. Durante ese tiempo el mundo ha experimentado cambios profundos al pasar de una sociedad tradicional a una moderna y, más aún, a una posmoderna. Para México, este proceso ha implicado la sustitución de una sociedad por otra, para fortuna nuestra, de una manera razonada, pacífica y por la vía reformista. Gracias a la documentada noticia histórica que hace el magistrado Raúl Arroyo, el lector tendrá la oportunidad de comprender el contexto en el que surge este libro, acercarse al abogado, al escritor y ser humano, que en las Memorias de un juez de pueblo se nutre de sus raíces, de la historia de Hidalgo y de su gente, para descifrar la particular forma de ser, de actuar y de pensar que nos da identidad a los hidalguenses y a todos los mexicanos. Con una clara visión dialéctica, el autor, según consta en este documento, siempre alimentó su vocación literaria con la práctica de su profesión razonando y aplicando en todos los momentos de su vida los principios de igualdad, equidad y justicia. Ejercicio que lo llevó a asumirse como un genuino “juez de pueblo”, más en el sentido de pertenencia cultural con las costumbres, las tradiciones y estilos de vida de ese entonces que como diferencia entre lo rural y lo urbano.