El viaje de los cuerpos celestes

Monasterio de Leyre, 1619. El anciano monje Gayarre, presintiendo su cercana muerte, comienza a dictar a su pupilo la crónica de un viaje lleno de prodigios. No dejéis que la memoria de nuestro viaje se pierda, le había pedido ella. La aventura comenzó cuando el suelo de un viñedo se hundió y bajo la tierra se redescubrieron las catacumbas de Roma. El papa Gregorio XIII vio en aquel suceso una señal celestial y decidió convertir los restos de los primeros cristianos allí enterrados en reliquias de mártires, con el fin de repartirlos por Europa y frenar así el avance de la Reforma protestante.