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Descripción
Es un asunto melancólico para quienes pasean por esta gran ciudad o viajan por el campo ve las calles, los caminos y las puertas de las cabañas atestadas de mendigos del sexo femenino, seguidos de tres, cuatro o seis niños, todos en harapos e importunando a cada viajero por una limosna. Esas madres, en vez de hallarse en condiciones de trabajar para ganarse la vida honestamente, se ven obligadas a perder su tiempo la vagancia, mendigando el sustento de sus desvalidos infantes quienes, apenas crecen se hacen ladrones por falta de trabajo, o abandonan su querido país natal para luchar por el Pretendiente en España o se venden a sí mismos en las Barbados.
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